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miércoles, 12 de diciembre de 2007

HAY QUE MIRAR MÁS ALLÁ DEL HORIZONTE

Por Lcdo. Rolando Emmanuelli Jiménez, J.D., LL.M.
rolando@bufete-emmanuelli.com

Somos una sociedad de lo inmediato: gratificación instantánea, comunicación inalámbrica, transacciones económicas electrónicas, “servicarro”, etc. Siempre la pregunta es ¿Cuánto tarda? ¿Para cuándo lo puedo tener? La rapidez en nuestro mundo moderno es fundamental. Sin embargo, esto ha afectado dramáticamente nuestra capacidad de esperar, ponderar, reflexionar y planificar a mediano y largo plazo.

El gran escritor checo Milán Kundera describió en su novela La Lentitud cómo el fenómeno de la máquina vertiginosa destruyó el tiempo y el espacio necesario para que los seres humanos reflexionemos. Los adelantos en las comunicaciones y la transportación nos someten a las presiones de hacer más con menos tiempo. Sólo recuerde cómo era su vida antes de tener un celular y la computadora. En esos tiempos atendíamos una cosa a la vez. Nos enfocábamos y trabajábamos más relajados. Ahora con el celular y la computadora vivimos constantemente en un circo de tres pistas haciendo malabares para mantener todo bajo control. Bajo estas circunstancias, no tenemos espacio para reflexionar. El impacto que tuvo la lectura de Kundera me llevó a mediados de la década de los noventa a crear un espacio de asientos y mesas muy popular en la Facultad de Derecho Eugenio María de Hostos, donde los estudiantes y profesores se sentaban sólo a reflexionar y conversar. Esa área se bautizó como La Lentitud.

La rapidez no permite que veamos más allá de nuestros pies. ¿Dónde usted piensa estar el año que viene? ¿Cuáles son sus metas? ¿Qué respondería si hablamos de 5, 10 ó 15 años? La contestación generalizada es que nadie sabe. Eso se lo hemos permitido también a nuestros políticos. Le damos un cheque en blanco para que hagan las cosas día a día, mes a mes y de año en año. Ni siquiera se presenta un plan de trabajo estructurado de cuatro (4) años, mucho menos más allá de ese término. Las grandes transformaciones personales y de las naciones han ocurrido sólo cuando miraron más allá de horizonte.

En estos momentos de crisis económica y social necesitamos ser muy proactivos y creativos. Tenemos que buscar urgentemente nuevas alternativas de desarrollo y actividad humana de provecho social. Para lograrlo, no podemos perder la perspectiva de tiempo, espacio y reflexión. Por eso necesitamos un poco de lentitud. Si nos esforzamos, todos podremos encontrar esa lentitud necesaria para reflexionar sobre nuestra situación presente y lo que debemos hacer para forjarnos un futuro mejor, tanto como individuos y como nación.

Necesitamos una pausa en tiempo y espacio para poder reflexionar sobre cuál debe ser nuestro futuro. Los visionarios son aquellos que pueden ver hechos y circunstancias que no son aparentes para el resto de los seres humanos. Pero los visionarios tienen su lentitud, por ende, esta pausa que propongo requiere que todas las personas entendidas en las diferentes materias que conforman el saber humano, busquen una oportunidad de sentarse a reflexionar y conversar sobre cómo resolver los problemas económicos y sociales de nuestro país. Las organizaciones empresariales, universitarias y del tercer sector, deben constituirse en foros permanentes de lentitud para la discusión y el pensamiento crítico. Tenemos que permitirnos la oportunidad de mirar más allá del horizonte. Esa mirada la podremos alcanzar si nos esforzamos en construir un poco de lentitud.

miércoles, 5 de diciembre de 2007

NO BASTA CON UNA NUEVA LEY DE INCENTIVOS

NO BASTA CON UNA NUEVA LEY DE INCENTIVOS

Por Lcdo. Rolando Emmanuelli Jiménez, J.D., LL.M.
rolando@bufete-emmanuelli.com

En los últimos meses se ha desarrollado un debate sobre el futuro económico de Puerto Rico que se ha centrado en la aprobación de una nueva ley de incentivos industriales. Más allá de ese objetivo, no se escucha discusión sobre hacia dónde debe ir Puerto Rico. No basta con una nueva ley de incentivos industriales. Puerto Rico necesita un plan estratégico de desarrollo económico. Es lamentable pensar que aún cuando muchos de los funcionarios gubernamentales y aspirantes a puestos políticos provienen de empresas privadas que tienen planes estratégicos bien definidos, ninguno ha hecho un planteamiento hacia el establecimiento de un plan orgánico que saque a Puerto Rico de la recesión económica más profunda en los últimos 35 años, lo asegure de desastres económicos o naturales y lo enfile hacia el desarrollo autosustentable.

¿Cuál es el Puerto Rico que queremos en el año 2020? Esa respuesta tenemos que construirla hoy y no improvisarla cada cuatrienio. Además, tenemos que tener recursos para lidiar con todo lo que la naturaleza nos pueda deparar: ¿qué pasaría si un huracán o un naufragio bloquea el Puerto de San Juan? ¿Se acabará la comida en los supermercados en dos semanas? ¿Cuáles son los planes que tiene el gobierno para atender esa emergencia tan probable? Otro ejemplo dramático de falta de planificación: ¿tiene Puerto Rico un programa para establecer la autosustentabilidad en los alimentos? ¿Se han articulado los criterios para lograr que Puerto Rico pueda producir todas sus comidas? Por último: ¿qué nos depara el calentamiento global, si Puerto Rico no produce su propia comida?

En Puerto Rico solo se planifica, como mucho, para cuatro años. Cuatro años que implican desde la perspectiva de los partidos políticos, organizar la plantilla de funcionarios públicos después de ganar las elecciones, establecer un plan para llevar a cabo “obras”, empezar a ejecutar en el tercer año para inaugurarlas en el cuarto año, que es el año electoral. Eso es lo que nos ha llevado a la desorganización social, desparramamiento urbano y crisis en todos los sectores de nuestra actividad humana. Los países no pueden conducirse con visiones a corto plazo.

Por eso es que es indispensable un plan estratégico de desarrollo de Puerto Rico. Para eso tenemos que mirar y analizar nuestras fortalezas, debilidades, amenazas y oportunidades. Debemos entonces establecerse los objetivos terminales junto con las metas intermedias que ayuden a medir la consecución de los fines. El Plan debe ser consensuado, para que todos los partidos lo apoyen. Además, debemos establecer mecanismo de legislación que permitan, que una vez aprobado el plan, no sea fácil o práctico derogarlo. Esto salvaría el plan de los vaivenes políticos.

Debemos romper el paradigma político partidista de la planificación a corto plazo. Debemos comenzar a ver más allá del horizonte.

El autor es abogado notario, Presidente del Bufete Emmanuelli, C.S.P., pasado presidente de la Cámara de Comercio del Sur de Puerto Rico y anfitrión del programa Debido Proceso de Ley, que se transmite todos los sábados a las 11 de la mañana por WPAB 550 en el cuadrante de su radio. Para mayor información vea: http://www.bufete-emmanuelli.com