Uno no puede apartar de sí la impresión de que los seres humanos suelen aplicar falsos raseros; poder, éxito y riqueza es lo que pretenden para sí y lo admiran en otros, menospreciando los verdaderos valores de la vida.
S. Freud
Las pataletas y bullangas de nuestra primera figura política partidista en torno a los críticos e incisivos comentarios del amigo Rolando Emmanuelli Jiménez no deben tomarse a broma.
La honorable Señora, desde la poltrona, ha confesado su osadía de gobernar con el puño erizado.
Izado como instrumento persuasivo, busca poner en cordura a lenguaraces que pretenden confundir solución con desolación ponceña.
Desolados quedaron los ponceños con la vuelva al partidismo habitual resembrado en Ponce por Acevedo Vilá de la mano de aquel funcionario municipal que a título veterinario nos trató como perros.
Desamparados y boquiabiertos deja la simpática odontóloga a los sureños con sus oficiosos auspicios de asalto al poder ponceño, por las brutas hordas guaynabitas y centralistas de su partido.
Ambos ejercicios de entrega fueron innecesarios.
Esa es la crítica de Rolando.
Y es la nuestra.
Tengan entendido los candidatos, de todos los partidos, que la cultura política ponceña de convocatoria amplia frente a los intereses del centralismo partidista y económico no fue un antojo de Rafael Cordero Santiago.
Fue una necesidad impuesta por la testaruda realidad.
Las viejas instituciones de consenso y exclusión, moldeadas al fuego fatuo de la decadente modernidad, están siendo desplazas por las prácticas y pensamientos de nuevos sujetos políticos, sociales y económicos que ya no tienen -ni quieren ser- representados por clase política alguna.
Esta, en su busconearía de acomodo para mediar el conflicto en favor de la dominación del capital, se empeña en negar la lucha de clases con su ideologizado discurso de consenso, al tiempo que refrenda la práctica de exclusión que impone la naturaleza social del capital.
Rolando, por el contrario, aboga, como nosotros, por una sociedad solidaria, pluralista y de democracia comunitaria y autogestora en que sea posible construir, desde abajo y con todos, la solución ponceña.
Soledad del poder y vacío político en Ponce
Ese discurso crítico de Rolando es monitoreado por el poder y encanto de esta dulce y fotogénica alcaldesa por una razón esencial: en Ponce la oposición anda de vacaciones o inverna, medrosa, en espera oportunista que otro ponga el pellejo por ella.
Nuestra honorable magistrada, sin oposición partidista, se siente sola. Sola en el poder. Vacío político que aguijoneado por esa pulsión silvestre vertida hacia las relaciones de dominio, a falta de opositores partidistas, busca o inventa adversarios.
Por eso entuerta el puerto, desbalija el ponceñismo sin mayores consecuencias y maltrata al ciudadano.
Por eso arremete y destempla contra las críticas hondas de Rolando el ciudadano.
Con ello practica y espera por el otro.
Este otro, aferrado a las faldetas del centralismo partidista y económico, este enfermizo y fragmentado PPD local, tiene miedo. Tiene miedo de no ofender, ni ser ofendido. Teme ser engañado o manipulado.
Ya de la calle Sol ni le llaman y si le emplazan calla, pero no otorga. Construye el nuevo poder -su poder- a solas, sin gratitudes que recordar. Si le dan, coge, pero sin que le recuerden fidelidades. Pide, pero no promete. Es la otra cara de la soledad del poder.
Frente al miedo, nada más sabio que el consejo de Díaz Valcárcel en 'Figuraciones en el mes de marzo'. Aparato: sal del burladero y enfrenta el toro.
La clase política, esa especie de escoria apegada a las costillas del pueblo, sabedora de lo efímero de aquel poder de pacotilla, lo observa y le recuerda su poder con candidatos tan efímeros como episódicos. ¡Ya veremos!
Ambas soledades son dañinas a Ponce.
En América Latina, la soledad y el miedo han entregado monifatos de la talla de Pinochet y Videla. Estos, en su asalto al poder, alentaron y aceleraron la coyuntura de vacío político.
En resumen...
Sin la participación activa y decidida, sin el arrojo, valentía y honestidad de personas como Rolando, Alfonso Giménez Lucchetti y los Martín González, la democracia -esta de aquí, pueril por colonial, clasista y representativa-, acechada y golpeada por el autoritarismo, se vendría abajo.
La ley 7 del 9 de marzo de 2009, el cinismo de la clase política -Such is Life-, la brutalidad policíaca y la defensa de esa bestialidad por los gobernantes, en complicidad con el miedo del otro, son fehacientes muestras de cómo el silencio y la cobardía cultivan el despotismo, la exclusión y el ataque a los derechos civiles.
No le teman a la honestidad y a la valentía.
-Mayita, Ramón-, otro Ponce, con desarrollo sustentable para todos, pluralista, justo y democrático desde la base, es necesario.
¡Construyámoslo!
Esa es la permanente invitación que les cursa Rolando.
19 de octubre de 2011