La justicia imperial invalidó el argumento de la colegiación compulsoria. Su efecto en Puerto Rico se dejará ver, si no es que ya es evidente en la renuencia de los colegios a opinar sobre decisiones controvertibles del gobierno al mando. La mera posibilidad de ser tratados como criaturas del Estado, que es su verdadera naturaleza, los ha silenciado.
La excepción, sin sorpresas, es el Colegio de Abogados, que nunca ha sido amigo del silencio. Y más recientemente, el Colegio de Ingenieros, que en manos de un nuevo liderato, (refrescante y serio, debo decir), se ha expresado contra la "Vía Verde", (a la que juntas anteriores hicieron las relaciones públicas). El Colegio de Arquitectos, que lleva años mudo, se arrimó a última hora a grupos comunitarios en defensa del CEN: "too little, too late".
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