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Recientemente escribí sobre el tema del partidismo, la mentira, el silencio y la carcoma. Los espectros que como crueles valquirias nórdicas van escogiendo sin piedad sus víctimas para destruir nuestras posibilidades y aspiraciones como pueblo.
Hoy me refiero por segunda vez al partidismo y la carcoma. Como mencioné previamente, las carcomas son el nombre común que reciben las larvas de varias especies de insectos que perforan maderas, estructuras, muebles u obras de arte, y en las que construyen túneles con el propósito de reproducirse y alimentarse. Minan y minan incansablemente hasta que finalmente dañan todo lo bueno de manera irremediablemente.
Hoy me refiero al partidismo y la carcoma. Las carcomas son el nombre común que reciben las larvas de varias especies de insectos que perforan maderas, estructuras, muebles u obras de arte, y en las que construyen túneles con el propósito de reproducirse y alimentarse. Minan y minan incansablemente hasta que finalmente dañan todo lo bueno de manera irremediablemente.
Cuando hablamos de la carcoma, no nos referimos a la voracidad por el poder y el dinero, que abordaremos en el próximo artículo, nos referimos a la compulsión de querer penetrar en todos los círculos o entornos de actividad humana para, a plena luz del día o de manera encubierta, ir ganando adeptos incondicionales mediante ofertas apócrifas de prebendas o las promesas quiméricas de una vida futura mejor.
Mediante el constante pulular en busca de nuevos fanáticos, las sectas y partidos van desgastando, agujereando y socavando otras entidades y estructuras que han sido creadas con propósitos sociales y económicos loables.
El ataque de las carcomas a las organizaciones bonafide se instrumenta introduciendo larvas que se alimentan y sobreviven de la disputa partidista y divisiva que impiden los acuerdos o consensos de acción concertada y efectiva hacia el desarrollo socioeconómico de Puerto Rico.
El partidismo y sectarismo siempre están en precario por su particularidad de ser excluyentes. Las sectas y los partidos crean sus códigos y criterios abiertos o secretos de pertenencia. Para ser miembro de una secta o un partido hay que ser de cierta manera o creer en algunas cosas particulares. Esto de por sí, margina, rechaza y arrincona a los que son diferentes o pertenecen a otros perfiles creativos. Como todo, estos estilos de vida o creencias son objeto de interpretación. Es por esto que hasta entre los sectarios y partidistas surgen disputas reales o imaginarias que los separan individualmente o en grupúsculos antagónicos, que paranoicamente pugnan por su supervivencia tratando de destruir o absorber a los demás.
Por su naturaleza divisiva, el sectarismo y partidismo erosionan constantemente su propio corazón. Es por eso que tienen que estar al acecho constante de lugares, organizaciones o estructuras en las cuales entrar, penetrar y alimentarse. Esto mediante el secuestro y reclutamiento de nuevos fanáticos. Si el terreno de estos ambientes no es fértil o no sirve sus propósitos, entonces es necesario destruirlos por ser reductos de los enemigos de otras sectas o partidos.
Los acalorados sectarios o partidistas solo ven por los estrechos senderos de los túneles de la carcoma. Si dos personas andan juntas o trabajan juntas, es porque son del mismo partido o grupo. Si promueven a alguien en su empleo u organización, es porque sus jefes o superiores son del mismo partido. Si el nene se enamora de una nena, hay que averiguar de qué partido o secta son sus padres.
Es por eso que cuando le hablan a una larva de carcoma sobre una persona u organización, lo primero que pregunta es: ¿PNP o Popular? Si resulta ser de su partido, siente simpatía y tranquilidad. Si es del partido contrario, siente aversión y disgusto. Pregunta entonces, ¿Cómo es que esa persona trabaja en ese lugar? ¿Cuánto gana? ¿Quién es su padrino? ¿Qué hay que hacer para ser miembro de la organización? ¿Quiénes pertenecen que son de mi secta o partido? Si dijo esto es porque es PNP. Si está protestando debe ser independentista. ¿Cómo le podemos cerrar el paso? ¿Cómo se lo hacemos difícil? Si está opinando tanto, es porque quiere ser político y retarme.
Las larvas de la carcoma no pueden tener pensamientos positivos o de mera tolerancia en cuanto a los que no pertenecen a su secta o partido. La oscura carcoma solo tienen una óptica. La de la secta o partido. Todo lo que se aparte, si no se puede devorar, sobra y es necesario marginarlo y destruirlo. Por eso envenenan, difaman, siembran cizaña y dañan, pero tarde o temprano, terminan como víctimas de su derramada toxicidad.
Las larvas de la carcoma son muy infelices. Viven una vida de dudas, sospechas, inseguridades, interpretaciones perturbadas, delirios de persecución, alucinaciones de grandeza, pero más que todo, marginación. Viven clasificando en bandos y sintiendo que cada vez están más solos, porque no se atreven reunirse, conversar, debatir, coordinar, planificar, contribuir y construir el futuro hombro con hombro, junto a personas que no pertenecen a su partido o secta.
Las larvas de la carcoma son las que han ocasionado que en Puerto Rico no hayamos podido ponernos de acuerdo para encaminar y desarrollar los proyectos estratégicos y fundamentales como Pueblo.
El partidismo y sectarismo son un desorden de la personalidad, que distinto a los demás, es terriblemente contagioso. Es epidémico porque se ampara en el poder político y económico real o potencial. Las larvas de la carcoma se aprovechan de las debilidades, dificultades y enfermedades de los demás, para engañarles con ofrecimientos condicionados a que se inicien en la secta o se registren en el partido. Por eso salen a iniciar o reclutar en ciclos de cuatro años con promesas cada vez más descabelladas.
Afortunadamente, los gusanos de la carcoma casi nunca pueden cumplir sus ofertas y tarde o temprano caen por su propio peso, quedando devorados por las fauces de sus mentiras. Los despreciables del partidismo y sectarismo fracasan irremediablemente, porque su tarea divisora y excluyente los va dejando cada vez más solos y debilitados.
El problema es que el Pueblo trata de superar esta división enfermiza y artificial mediante la sustitución de los previos por nuevos partidistas y sectarios. La serpiente vuelve a morderse el rabo. Entramos en otra vuelta del Eterno Retorno Nietzscheano.
Mientras el Pueblo siga dando paso a las afecciones que ocasiona la carcoma, estaremos condenados al subdesarrollo. Por eso es indispensable educar sobre los males del divisionismo y ofrecer alternativas de desarrollo y superación de esa lacra, mediante el acomodo justo de intereses y la generación de consensos hacia objetivos de mayor jerarquía.
Como regla general, el partidista o sectario responde únicamente a su grupo, por falta de valor, liderazgo y responsabilidad hacia sus constituyentes. Lo irónico, o poco reconocido, es que el ser político o funcionario electo no significa que se tenga que ser irremediablemente partidista o sectario. El político puede responder irrevocablemente a sus constituyentes o electores. Hemos tenidos ejemplos muy edificantes de políticos inclusivos, de tolerancia, mentalidad abierta y responsabilidad hacia sus constituyentes. No es casualidad que también hayan sido los más exitosos y que estén indeleblemente inscritos en la conciencia de nuestro Pueblo.
La ruptura con el sistema partidista y sectario es posible mediante la educación y el apoderamiento del Pueblo en la democracia participativa. Es la única manera en que los políticos se verán obligados a abandonar sus viejas prácticas para responder directa y responsablemente a los designios de sus electores por encima de lo que opine o decida su secta o partido.
Por Rolando Emmanuelli Jiménez, J.D., LL.M.
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